El Corpus Christi

La fiesta del Corpus Christi es la celebración de la Eucaristía, la transformación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo en la liturgia. Este evento religioso se inició en Lieja (Bélgica) en el siglo XIII por propuesta de la religiosa Juliana de Cornillon y en el siglo XV el papa Nicolás V sale procesionalmente con la Hostia Santa por las calles de Roma.
Esta fiesta se extiende por todos los lugares católicos y, como no, llegan las procesiones a las calles de los pueblos y ciudades del reino de las Españas de los Reyes Católicos. En Toledo se realiza una de las más importantes, mostrando el Cuerpo de Cristo por sus estrechas calles en la lujosa custodia hecha, según se dice, de oro traído de América.
Y como no, el Corpus sale a las calles de nuestro pequeño pueblo. Como en todas las procesiones, al finalizar la Eucaristía, el sacerdote portando la custodia sale en procesión haciendo parada en casi todas las calles del recorrido en pequeños altares que montan varios vecinos del pueblo hasta finalizar donde se inició, en el templo.
La peculiaridad de la procesión del Corpus de Camuñas es que se inicia con una carrera de los Pecados atacando y finalmente arrepintiéndose a cara descubierta ante la custodia y la posterior danza de «tejer el cordón» de los Danzantes.
Seguidamente prosigue la procesión con el sacerdote y custodia bajo palio (hoy en día se lleva en una lujosa carroza policromada en tonos dorados) en compañía de los Danzantes con su ritmo de percusiones. Los Pecados, en cambio, en todas las calles forman fila para echar sus carreras. De uno en uno realizan su gesto de ataque para después, al final de la carrera de cada uno, se arrodillen ante el crucifijo que porta una madrina en la cabeza de la comitiva.

Un Corpus más de todos los que se celebran en el ámbito católico pero con un toque especial, las danzas y carreras de los Pecados y Danzantes, una actuación considerada auto sacramental representando la lucha entre el bien y el mal, un tipo de representación que surgió en el siglo XVI y que en este caso expresa las normas morales del buen cristiano encarnadas en los Danzantes (Fe, esperanza, caridad…) y mostrando las miserias humanas con los Pecados. Un Corpus denominado como algo espectacular, llamativo, identidad manchega, legado de antepasados de nuestro pueblo, manera peculiar de rendir homenaje al Cuerpo de Cristo, etc… y no entendido por otros como algo raro, pagano, de orígenes inciertos, etc… Un Corpus que los camuñeros y la gente ligada a este pueblo conservan y conservarán como su tesoro más preciado.

Danzantes

La tarde del domingo de Resurrección, los danzantes, vestidos con el traje ritual a excepción de pantalón blanco, pañuelos y cintas laterales, componen la formación y, tocando su ancestral música, se dirigen a la iglesia parroquial.
Por la puerta principal del edificio, la orientada al oeste, penetran los danzantes sin romper la formación ni dejar de tocar, es entonces cuando comienza la danza llamada
«Tejer el Cordón». Las dos filas de danzantes se dan la cara mientras, entre ambas, el danzante llamado la «Porra» y la «Madama» efectúan un baile.
En la danza, dos danzantes se abstienen de mover los pies: el «Tambor» , su instrumento lo impide, y el «Judío Mayor», cuya ubicación cierra la formación por la parte trasera.
El resto de danzantes marcharán en una zig-zagueante fila tras la «Madama».

Danzantes

INTERPRETACIÓN DE LA DANZA.
EL TRIUNFO DE LA GRACIA SOBRE EL PECADO.


De forma alegórica los pecados y danzantes representan la lucha entre el bien y el mal. Los danzantes tienen a su cargo la encarnación del bien, representando las almas purificadas que están preparadas para subir al cielo.
El personaje central es la «Madama», que simboliza la Gracia que irá transmitiendo a cada uno de los danzantes en el baile. El «Judío Mayor», inmóvil se le relaciona con la Fe ciega. Otro danzante llamado el » Alcalde» (también vestido como un pecado de cintura para abajo pero con medias blancas) representa la Esperanza, el «Capitán» la «Caridad», el del «Cordel» la Justicia (con el cordel que luce en el pecho pone orden entre los danzantes en las comidas y convivencias), el de la «Porra» la Fortaleza. Al del «Tambor» se le atribuye la virtud de la templanza y la Prudencia ocupa la cabeza de la fila izquierda y el resto de danzantes son almas sencillas.

En la segunda mitad de la danza se ha de notar que cada uno de los danzantes, al bailar con la Madama agitan su pañuelo en agradecimiento al recibir la bendición divina por ésta. Al finalizar la danza el Capitán (danzante vestido como un pecado de cintura para abajo) exclama de forma enérgica «¡Viva la Hermandad del Santísimo!». La exclamación es respondida de inmediato por todos los danzantes danzando, agitando sus pañuelos y tocando sus instrumentos de forma frenética durante unos segundos. A continuación se continua con el ritmo normal de la danza y de sale del templo caminando de espaldas dando la cara al altar mayor.
El máximo esplendor de este rito se alcanza el jueves del Corpus Christi y el siguiente domingo llamado el de la Octava cuando con el traje íntegro de la representación se escenifica en la llamada plaza del reloj marcando el inicio de la procesión que, a lo largo de toda la mañana, recorrerá las calles de Camuñas.

Pecados

Dentro de la Hermandad del Santísimo Sacramento se encuentra el grupo de pecados. Son el lado opuesto de los danzantes, representan el mal y todos los pecados que corrompen al ser humano.
Las diferencias importantes con respecto a los danzantes son sus aullidos, el arrastrar de sus varas en la puerta del templo y las salvas de pólvora que les acompaña en contraposición con los sonidos rítmicos de los otros. También su manifestación en forma de carrera en intento de ataque al Cuerpo de Cristo en contraste con la danza y sus llamativas ropas y sus varas a diferencia del aspecto humilde de los representantes del bien.
No tienen acceso al interior del templo durante la celebración de la Eucaristía. Permanecen en la puerta formando una fila en semicírculo y en momentos importantes de la celebración eucarística se les hacen señales con salvas de escopeta para que éstos arañen el suelo con sus varas y emitan aullidos en protesta del santo evento. En el exterior se puede oler la pólvora del «Escopetero», pecado que porta el arma vestido solo con algunas prendas típicas, símbolo del infierno en contraste con el olor a incienso que impregna el interior del templo, símbolo del Reino Celestial.

Las señales de salva de pólvora avisa a los pecados que irrumpen corriendo hacia sus posiciones disponiéndose a realizar su carrera. Puestos en fila orientados hacia la Custodia que porta al Santísimo sale primero en carrera el pecado llamado «Pecadilla», con vara corta, pantalón de danzante y careta sin cuernos, representa al pecado de la carne. Le
sigue en la realización de la carrera el «Pecado mayor», identificado con prendas en su mayoría negras, y moradas, con careta en forma de boca de cerdo y su serenero (especie de capa prendida en la careta y atada a la cintura) negro con tres cruces de Malta en blanco, representando al demonio. Seguidamente van realizando su carrera hacia el Santísimo el resto de pecados hasta finalizar la carrera el «Correa», pecado que viste el serenero rojo con tres cruces de Malta y que representa al pecado del mundo.

Este pecado, jefe del grupo junto con la Pecadilla, pone orden entre los cofrades en la fila y en las convivencias y comidas haciendo uso de correazos si hiciera falta. Mundo, demonio y carne, los tres enemigos del alma contra los que lucha la tradición católica. La salida en carrera de la Pecadilla, el Pecado Mayor y el Correa son anunciadas con salvas por el Escopetero. Todos los pecados siempre terminan su carrera arrodillados ante la imagen de Cristo descubriendo su rostro quitándose la careta. Los ataques del mal siempre fracasan.