Danzantes

La tarde del domingo de Resurrección, los danzantes, vestidos con el traje ritual a excepción de pantalón blanco, pañuelos y cintas laterales, componen la formación y, tocando su ancestral música, se dirigen a la iglesia parroquial.
Por la puerta principal del edificio, la orientada al oeste, penetran los danzantes sin romper la formación ni dejar de tocar, es entonces cuando comienza la danza llamada
«Tejer el Cordón». Las dos filas de danzantes se dan la cara mientras, entre ambas, el danzante llamado la «Porra» y la «Madama» efectúan un baile.
En la danza, dos danzantes se abstienen de mover los pies: el «Tambor» , su instrumento lo impide, y el «Judío Mayor», cuya ubicación cierra la formación por la parte trasera.
El resto de danzantes marcharán en una zig-zagueante fila tras la «Madama».

Danzantes

INTERPRETACIÓN DE LA DANZA.
EL TRIUNFO DE LA GRACIA SOBRE EL PECADO.


De forma alegórica los pecados y danzantes representan la lucha entre el bien y el mal. Los danzantes tienen a su cargo la encarnación del bien, representando las almas purificadas que están preparadas para subir al cielo.
El personaje central es la «Madama», que simboliza la Gracia que irá transmitiendo a cada uno de los danzantes en el baile. El «Judío Mayor», inmóvil se le relaciona con la Fe ciega. Otro danzante llamado el » Alcalde» (también vestido como un pecado de cintura para abajo pero con medias blancas) representa la Esperanza, el «Capitán» la «Caridad», el del «Cordel» la Justicia (con el cordel que luce en el pecho pone orden entre los danzantes en las comidas y convivencias), el de la «Porra» la Fortaleza. Al del «Tambor» se le atribuye la virtud de la templanza y la Prudencia ocupa la cabeza de la fila izquierda y el resto de danzantes son almas sencillas.

En la segunda mitad de la danza se ha de notar que cada uno de los danzantes, al bailar con la Madama agitan su pañuelo en agradecimiento al recibir la bendición divina por ésta. Al finalizar la danza el Capitán (danzante vestido como un pecado de cintura para abajo) exclama de forma enérgica «¡Viva la Hermandad del Santísimo!». La exclamación es respondida de inmediato por todos los danzantes danzando, agitando sus pañuelos y tocando sus instrumentos de forma frenética durante unos segundos. A continuación se continua con el ritmo normal de la danza y de sale del templo caminando de espaldas dando la cara al altar mayor.
El máximo esplendor de este rito se alcanza el jueves del Corpus Christi y el siguiente domingo llamado el de la Octava cuando con el traje íntegro de la representación se escenifica en la llamada plaza del reloj marcando el inicio de la procesión que, a lo largo de toda la mañana, recorrerá las calles de Camuñas.